Abismo sin alas
Quiero ver el abismo de tus ojos,
sin alas, hasta quemarme
en la amargura de su deseo.
Volver a partir la tierra roja
bajo tus plantas,
o embriagarme de tu aliento.
Por una vida y noche
para el fuego
y dos cuerpos celestes.
La locura tiene sed
estremecida en tu costado,
se abre entre mares,
de nuevo violento,
indócil, liviano
sin mirar al cielo.
Dos Misterios
En el umbral del sueño amado
se forman nubes de conciencia,
silencios de suma placidez
que duelen al sentirlos.
Me duele no vivir en la simetría
de tus ojos borrados,
me duele este cuerpo abierto
sin tus hijos en el cofre pequeño.
Estas plegarias son dardos
hacia un indicio de luz,
tu luz herida encarnada
sobre mi pecho florecido.
Entonces, que la muerte encumbra
telarañas y amargas lágrimas,
porque aquí mi alma no entiende
qué tu fuego quema sin aliviarme.
Entonces escribo para no olvidarte,
para olvidarme de tanto mar
entre dos misterios por hallarse.
Bello fin
Despierta bello fin
en la caldera
de viejos tiempos,
amanece sin ríos, ni fe,
cuando el silencio
habita de noche
y no hay niños
que jueguen
en el patio.
Despierta
bajo la tierra,
hay ardor y olvido,
nadie te espera,
nadie te mira,
porque el agua
lo lleva todo
y solo quedan
por comer peces.
Despierta sin ojos,
el sol es frío y mudo,
ya no hay días
en la alfombra,
es el triste
musgo juvenil,
la eterna espera.
Despierta antes
que el miedo escriba.
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