The Plague Years: Una Reflexión sobre «Diario del Año de la Plaga», de Daniel Defoe

Años después de uno de los eventos más traumáticos para una gran parte de la Humanidad comenzamos apenas a analizar qué cosas debieron pasar, cuáles sí pasaron, y cuáles no debieron suceder. Presenciamos distintas situaciones que iban desde las dolorosas primeras pérdidas debido al desconcierto por la ignorancia que se tenía de dicha enfermedad, hasta aquellos movimientos sociales debidos a la inconformidad con los medios que algunos instrumentaron para el combate del mal, por causa de intereses políticos. Toda plaga que azota a la Humanidad cambia de modo profundo la estructura de las sociedades. O, al menos, eso es lo que creemos. La verdad es que los mismos intereses que se sacuden desde sus cimientos con la aparición de este tipo de catástrofes son los mismos hoy en día, y nada mejor para comprobarlo que releer, a casi trescientos años de su publicación, uno de los documentos debidos al talento de un escritor inglés cuya obra más famosa (Robinson Crusoe) eclipsó la claridad y lucidez de otros trabajos suyos, en los que inclusó aportó -con todo y su descriptividad realista, poco dada a la fantasía- al género del cuento de fantasmas (A True Relation of the Apparition of One Mrs. Veal – Relato Verdadero de la Aparición de la Señora Veal-).

Journal Of The Plague Year es la obra de Daniel Defoe que, más que resumir el proceso de la famosa plaga de Londres en 1665, nos ofrece un panorama general, que parece desorganizado, a través de escenas de la vida en aquellos años de lo que fue ese trágico evento. Tal desorganización no es sino un mero pretexto para poder abordar el dramatismo de la plaga y usar los datos que se entremezclan en estos relatos como un motivo más para destacar la virulencia del mal. El relato, no obstante, rezuma mucho de esa precisión por los detalles que caracterizó a Defoe.

Durante un año, la Peste Bubónica1 (1665-1666) causó -oficialmente- la pérdida de 100,000. Por supuesto, no mucho qué ver con los más de siete millones de vidas perdidas2 debidas al COVID-19. Sin embargo, en aquellos tiempos la catástrofe debió parecer apocalíptica, debido a que en un principio el mal se extendió con gran velocidad -no sólo por las condiciones anti-higiénicas de la Europa de aquel entonces, en las que proliferaron las pulgas y las ratas, sino por la transmisión debido a gotitas respiratorias-. El mal se propagó con rapidez también por causa de la ignorancia que había al respecto de sus características y sintomatología. Al no reconocer dichos síntomas en primera instancia, la gente contraía el mal, e inevitablemente éste avanzaba , al no tratársele adecuadamente.

Daniel Defoe, no obstante, no escribe su panfleto por haber vivido, como testigo directo, la famosa Gran Plaga de Londres, ya que al momento en que ésta se produce, él es un niño. Por ende, el libro es no otra cosa que el producto de una gran investigación

«And here I must observe also that the plague, as I suppose all distempers do, operated in a different manner on differing constitutions; some were immediately overwhelmed with it, and it came to violent fevers, vomitings, insufferable headaches, pains in the back, and so up to ravings and ragings with those pains; others with swellings and tumours in the neck or groin, or armpits, which till they could be broke put them into insufferable agonies and torment; while others, as I have observed, were silently infected, the fever preying upon their spirits insensibly, and they seeing little of it till they fell into swooning, and faintings, and death without pain».3

Una brutal descripción sin concesiones: aunque el Inglés es una lengua concesiva y generosa en sinónimos y eufemismos, peferí traducir el texto en su contexto más cercano, el cual claramente nos habla de un cuadro atroz con el que Defoe se refiere a la muerte por causa de la peste.

Daniel Defoe
Daniel Defoe

Lo anterior, como muestra de la prosa de Defoe, nos lleva a rememorar ciertos temores a nosotros, hombres del Siglo XXI, debido a la reciente plaga que enfrentamos nosotros recientemente.

Una vez situadas las proporciones, que tienen bastantes diferencias por el número de víctimas, y la virulencia del mal (aunque no niego que parte de la descripción de Defoe me hizo recordar algunos aspectos del Coronavirus), el impacto social y humano en la obra es el que la sigue haciendo un documento actual, y que incluso su lectura podría orientarnos en muchas  de las reacciones que se tuvieron al término de la reciente pandemia.

(…) «The common people, who, ignorant and stupid in their reflections as they were brutishly wicked and thoughtless before, were now led by their fright to extremes of folly; and, as I have said before, that they ran to conjurers and witches, and all sorts of deceivers, to know what should become of them (who fed their fears, and kept them always alarmed and awake on purpose to delude them and pick their pockets), so they were as mad upon their running after quacks and mountebanks, and every practising old woman, for medicines and remedies; storing themselves with such multitudes of pills, potions, and preservatives, as they were called, that they not only spent their money but even poisoned themselves beforehand for fear of the poison of the infection; and prepared their bodies for the plague, instead of preserving them against it»(…). 4

Ante la ignorancia sobre el mal, muchos recurrieron a quienes tenían respuestas. Y tanto en la época de Defoe como hoy en día, quienes suelen tener primero una respuesta no suelen ser la personas que no desean obtener un provecho personal de ello. Al contrario: desde el uso del Dióxido de Cloro, la Ivermectina, la Hidroxicloroquina, -entre otros fármacos mencionados-, no faltaron los charlatanes que organizaban visitas con chamanes para procurar el alivio del mal con remedios herbales, naturales. E incluso no faltaron los que consideraron que el empleo de vacunas suponía un riesgo por tener efectos colaterales. La versión en la que se creía que con la vacuna se introducía un elemento –microchip-, cuya inoculacion a través de la inyección era mantener bajo control a la población, fue ampliamente descartada por improbable, (por decir lo menos). La Inglaterra de Defoe también sufrió por causa de estos dichos y posturas. Ante una situación de emergencia, nos ponemos en la frágil posición en la que facilitamos el engaño a quienes mantienen a sangre fría como para poder obtener beneficio de esta circunstancia.

(…) «It is here, however, to be observed that after the funerals became so many that people could not toll the bell, mourn or weep, or wear black for one another, as they did before; no, nor so much as make coffins for those that died; so after a while the fury of the infection appeared to be so increased that, in short, they shut up no houses at all. It seemed enough that all the remedies of that kind had been used till they were found fruitless, and that the plague spread itself with an irresistible fury; so that as the fire the succeeding year spread itself, and burned with such violence that the citizens, in despair, gave over their endeavours to extinguish it, so in the plague it came at last to such violence that the people sat still looking at one another, and seemed quite abandoned to despair» (…) 5

Pero sin duda, el retrato de esta desolación es lo que, en tanto que documento, hacen de esta investigación de Defoe un relato que toca demasiado cerca los corazones de quienes presenciamos la desolación en los hospitales, las tristes resignaciones de quienes tuvieron que autorizar las cremaciones de sus seres queridos, sin la mayor ceremonia, haciendo de los rituales de entierro un simbolismo hueco, vacío…

Como recomendación de lectura, resulta una de esas ocasiones en que, a tenor de Italo Calvino, es un clásico que no debe decirse que se está leyendo, sino re-leyendo: la revisión de estas lecturas provee a los lectores la inspiración para entender de manera profunda lo que fue el fenómeno de la pandemia, lejos de su mero aspecto de asunto de salud: nada de lo que es humano está exento de causar una conmoción en lo que se siente, lo que se teme, lo que se percibe como un mal contra el cual, de la misma forma que sucede en War of the Worlds (La Guerra de los Mundos), 

«slain by the putrefactive and disease bacteria against which their systems were unprepared» 6

En la novela de H. G. Wells, todo esto termina con el poder que amenazaba, viniendo del espacio, asolar la Tierra. Una lección de humildad que Wells resume así: son derrotados…

(…) «after all man’s devices had failed, by the humblest things that God, in his wisdom, has put upon this earth» (…) 7

  1. La peste bubónica es una infección de los nódulos linfáticos. Los síntomas de la peste bubónica aparecen repentinamente, por lo general de 2 a 8 días después de la exposición a la bacteria. Los síntomas incluyen:
    Fiebre y escalofríos
    Sensación de indisposición general (malestar general)
    Dolor de cabeza.
    Dolor muscular
    Convulsiones
    Inflamación constante y dolorosa de los ganglios linfáticos llamada bubones, que principalmente se encuentran en la ingle, pero también se pueden presentar en las axilas o el cuello, más a menudo en el sitio de la infección (picadura de pulga o arañazo de animal). El dolor puede aparecer antes de que aparezca la inflamación. ↩︎
  2. Cifras de la OMS hasta abril 2025: Mathieu, Edouard; Ritchie Hannah; Rodés-Guirao, Lucas; Appel, Cameron; Giattino, Charlie; Hasell, Joe; Macdonald, Bobbie; Dattani, Saloni; Beltekian, Diana; Ortiz-Ospina, Esteban; Roser, Max (2020–2024).«Coronavirus Pandemic /COVID-19». Our World in Data. Retrieved 1 April 2025.) https://ourworldindata.org/coronavirus ↩︎
  3. (…) «Y aquí debo observar también que la peste, como supongo que todas las enfermedades, operaba de forma distinta en distintas constituciones; algunos se veían inmediatamente devastados por ella, y la enfermedad se convertía en fiebres violentas, vómitos, dolores de cabeza insufribles, dolores de espalda, y así hasta delirios y furia por esos dolores; otros, con hinchazones y tumores en el cuello, la ingle o las axilas, que hasta que se reventaban, los sometían a una agonía y un tormento insufribles; mientras que otros, como he observado, se contagiaban silenciosamente, con la fiebre apoderándose de sus espíritus sin que ellos se dieran cuenta, hasta que caían en desmayos, desmayos y muerte sin dolor» (…) ↩︎
  4. (…) «La gente común, ignorante y estúpida en sus reflexiones, así como antes brutalmente malvada e irreflexiva, ahora era llevada por el miedo a la locura extrema; y, como ya he dicho, recurrían a hechiceros, brujas y todo tipo de engañadores para saber qué sería de ellos (quienes alimentaban sus miedos y los mantenían siempre alarmados y despiertos con el propósito de engañarlos y robarles), así que se volvían tan locos al buscar medicinas y remedios a charlatanes y charlatanes, y a toda anciana practicante; aprovisionándose de tantas píldoras, pociones y conservantes, como se les llamaba, que no solo gastaban su dinero, sino que incluso se envenenaban de antemano por miedo al veneno de la infección; y preparaban sus cuerpos para la peste, en lugar de protegerse de ella» (…) ↩︎
  5. (…) «Sin embargo, cabe observar que después de que los funerales se multiplicaran tanto que la gente ya no podía tocar la campana, lamentarse ni llorar, ni vestirse de negro como antes; ni siquiera hacer ataúdes para los fallecidos; así que, al cabo de un tiempo, la furia de la infección pareció aumentar tanto que, en resumen, no cerraron ninguna casa. Parecía suficiente con que se hubieran usado todos los remedios de ese tipo hasta que resultaron infructuosos, y que la peste se propagara con una furia irresistible; de ​​modo que, así como el fuego del año siguiente se extendió y ardió con tal violencia que los ciudadanos, desesperados, desistieron de extinguirlo, así también la peste llegó a tal violencia que la gente permaneció inmóvil, mirándose unos a otros, y parecía abandonada a la desesperación» (…) ↩︎
  6. (…) «Muertos por las bacterias putrefactas y patógenas contra las cuales sus sistemas no estaban preparados» (…) ↩︎
  7. (…) «después de que todos los designios del hombre hubieran fracasado, por las cosas más humildes que Dios, en su sabiduría, ha puesto sobre esta tierra» (…) ↩︎
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Una respuesta a «The Plague Years: Una Reflexión sobre «Diario del Año de la Plaga», de Daniel Defoe»
  1. Avatar de barrufet4

    Un artículo muy interesante que me da que pensar que las pandemias no son más que un instrumento de los poderes fácticos para reducir la población. Siempre lo he pensado y lo sigo pensando por más que digan que coinciden con profecías bíblicas. Y ahí lo dejo. Gracias.

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  1. Escalofriante artículo que refleja a gritos el infierno de muchas jóvenes que no se atreven a denunciar. 👌