Not easy to state the change you made.
If I’m alive now, then I was dead,
Though, like a stone, unbothered by it,
Staying put according to habit (…)
Love Letter -Sylvia Plath-1
La Muerte enamora a los poetas. Los saca de su mullido entorno cotidiano, y los hace conscientes de la finitud de la existencia, de la inutilidad de prolongar la vida, y a veces, como una amante comprensiva, les ofrece siempre la oportunidad de escapar de ese bullicio diario a otro mundo donde la paz perpetua se presenta como la gran aventura que se puede tener con la Muerte. Sin embargo, no regresas del Hotel después de tal encuentro a tu casa para seguir adelante, engañando a alguien. La Muerte te reclama para sí.
Stillborn
These poems do not live: it’s a sad diagnosis.
They grew their toes and fingers well enough,
Their little foreheads bulged with concentration.
If they missed out on walking about like people
It wasn’t for any lack of mother-love.
O I cannot explain what happened to them!
They are proper in shape and number and every part.
They sit so nicely in the pickling fluid!
They smile and smile and smile at me.
And still the lungs won’t fill and the heart won’t start.
They are not pigs, they are not even fish,
Though they have a piggy and a fishy air —
It would be better if they were alive, and that’s what they were.
But they are dead, and their mother near dead with distraction,
And they stupidly stare and do not speak of her. 2
Y tal vez ese camino hacia la Muerte que es la vida es lo que hizo tan distintiva la poesía de Sylvia Plath, nacida en este Boston tan inspirador de la caducidad de la vida; el Boston de Edgar Allan Poe, quien prefirió las resonancias góticas y las altas y sombrías adjetivaciones para expresar su fascinación con la muerte. Sylvia Plath prefirió, por el contrario, las palabras sencillas y cotidianas a las que la rutina hizo huecas, y que en los versos de ella adquieren la resonancia del grito interno, con la consistencia que brinda el poema a las letras.
Pero, tenía una vida, ¿no es cierto? ¿No es cierto que con Ted Hughes, escritor también, habían procreado dos hijos? ¿No era esto suficiente como para demostrarle a la autora que la vida le reservaba cosas hermosas y bellas? ¿No es cierto que si ambos compartían el difícil camino a las musas, podrían haber compartido de manera más amable sus destinos?
Antes que Sylvia Plath decidiera acudir a su cita con el último amorío que tendría en su vida, Ted Hughes decidió tenerlo con Assia Weevill. Y al saberlo, todo empeoró: Durante los años cincuenta, tuvo sus primeros intentos de suicidio y sesiones de terapia con electrochoques. Sin embargo, la escritura era su refugio para transformar y repensar todo aquello que sentía y padecía. Saber de la infidelidad de Ted sólo aceleró un proceso que anidaba en la mente y los versos de Plath.
I Am Vertical
But I would rather be horizontal.
I am not a tree with my root in the soil
Sucking up minerals and motherly love
So that each March I may gleam into leaf,
Nor am I the beauty of a garden bed
Attracting my share of Ahs and spectacularly painted,
Unknowing I must soon unpetal.
Compared with me, a tree is immortal
And a flower-head not tall, but more startling,
And I want the one’s longevity and the other’s daring.
Tonight, in the infinitesimal light of the stars,
The trees and the flowers have been strewing their cool odors.
I walk among them, but none of them are noticing.
Sometimes I think that when I am sleeping
I must most perfectly resemble them —
Thoughts gone dim.
It is more natural to me, lying down.
Then the sky and I are in open conversation,
And I shall be useful when I lie down finally:
Then the trees may touch me for once, and the flowers have time for me.3
La depresión de Sylvia Plath, la infidelidad, y esa capacidad tan aguda de mirar la existencia a través del espíritu que magnifica aquellas cosas que parecen insignificantes probablemente intensificaron el deseo de la autora por saber cómo sería la cita definitiva. La última cita. Ella, que sufrió por la infidelidad, iba a cometer la traición más impensada: engañar a la vida -que tan intensamente recreó en su poesía- por la Muerte, cuyo descanso anhelaba, y que la llevaría eternamente a la inmortalidad, que le premió con un Pulitzer cuando ella ya se había ido «en lo profundo de tu flujo de plata / a esas grandes diosas de la paz. / Piedra, piedra, llévame allí abajo».
Lorelei
It is no night to drown in:
A full moon, river lapsing
Black beneath bland mirror—sheen,
The blue water—mists dropping
Scrim after scrim like fishnets
Though fishermen are sleeping,
The massive castle turrets
Doubling themselves in a glass
All stillness. Yet these shapes float
Up toward me, troubling the face
Of quiet. From the nadir
They rise, their limbs ponderous
With richness, hair heavier
Than sculptured marble. They sing
Of a world more full and clear
Than can be. Sisters, your song
Bears a burden too weighty
For the whorled ear’s listening
Here, in a well—steered country,
Under a balanced ruler.
Deranging by harmony
Beyond the mundane order,
Your voices lay siege. You lodge
On the pitched reefs of nightmare,
Promising sure harborage;
By day, descant from borders
Of hebetude, from the ledge
Also of high windows. Worse
Even than your maddening
Song, your silence. At the source
Of your ice—hearted calling—
Drunkenness of the great depths.
O river, I see drifting
Deep in your flux of silver
Those great goddesses of peace.
Stone, stone, ferry me down there.4
Referencia: https://www.cultura.gob.ar/sylvia-plath-una-historia-de-amor-locura-y-versos-9672/
- No es fácil expresar lo que has cambiado.
Si ahora estoy viva, entonces estaba muerta,
aunque, como una piedra, inmutable,
permaneciendo quieta, de acuerdo a la costumbre.
Carta de Amor. ↩︎ - Nacidos Muertos
Estos poemas no viven: es un diagnóstico triste.
Les crecieron bien los dedos de las manos y los pies,
sus pequeñas frentes se abultaban por la concentración.
Si no pudieron caminar como personas,
no fue por falta de amor maternal.
¡Oh, no puedo explicar lo que les pasó!
Tienen forma, número y cada parte son correctos.
¡Les sienta tan bien el líquido del encurtido!
Me sonríen y me sonríen y me sonríen.
Y aún así, los pulmones no se llenan y el corazón no arranca.
No son cerdos, ni siquiera son peces,
aunque tienen un cierto aire de cerdo y de pez —
Sería mejor si estuvieran vivos, y eso es lo que eran.
Pero están muertos, y su madre moribunda por la distracción,
y se quedan mirando estúpidamente y no hablan de ella. ↩︎ - Soy Vertical
Soy Vertical
Pero preferiría ser horizontal.
No soy un árbol con la raíz en la tierra, absorbiendo minerales y amor maternal
para que cada marzo pueda brillar en hojas,
ni soy la belleza de un jardín,
atrayendo mi cuota de «¡Ahs!» y espectacularmente pintada,
sin saber que pronto debo perder los pétalos.
Comparado conmigo, un árbol es inmortal,
y una flor no es alta, pero sí más sorprendente,
y deseo la longevidad de uno y la audacia de la otra.
Esta noche, a la luz infinitesimal de las estrellas,
los árboles y las flores han estado esparciendo sus frescos aromas.
Camino entre ellos, pero ninguno se da cuenta.
A veces pienso que cuando duermo
debo asemejarme a ellos con la mayor perfección;
pensamientos apagados.
Es más natural para mí, yaciendo.
Entonces el cielo y yo conversamos abiertamente,
y seré útil cuando finalmente me acueste:
entonces los árboles podrán tocarme por una vez, y las flores tendrán tiempo para mí. ↩︎ - Lorelei
No es una noche para ahogarse:
Luna llena, río que fluye
Negro bajo brillo insulso del espejo,
El agua azul—nieblas cayendo
Tela tras tela como redes de pesca
Aunque los pescadores duermen,
Las enormes torretas del castillo
Doblándose en un vaso
Toda quietud. Sin embargo, estas formas flotan
Hacia mí, perturbando el rostro
de la quietud. Desde el nadir
Se elevan, sus miembros pesados
Con riqueza, cabello más pesado
Que el mármol esculpido. Cantan
De un mundo más pleno y claro
De lo que puede ser. Hermanas, su canción
Lleva una carga demasiado pesada
Para la escucha del oído curtido
Aquí, en un país bien gobernado,
Bajo un gobernante equilibrado.
Perturbando por la armonía
Más allá del orden mundano,
Sus voces asedian. Te alojas
en los arrecifes inclindados de la pesadilla,
prometiendo refugio seguro;
de día, descantas desde los límites
del letargo, desde la cornisa
también desde las altas ventanas. Peor
incluso que tu enloquecedora
canción, tu silencio. En la fuente
de tu llamada de corazón de hielo,
ebriedad de las grandes profundidades.
Oh, río, veo a la deriva
en lo profundo de tu flujo de plata
a esas grandes diosas de la paz.
Piedra, piedra, llévame allí abajo. ↩︎
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