
Considerada por muchos como la pareja dorada de la Era del Jazz, la encarnación de los Felices Años ‘20; también considerada como la pareja tóxica de manual. Tuvieron un matrimonio sin punto medio: de las mieles del éxito a la hiel de la decadencia.
Se conocieron en julio de 1918, en una fiesta del Club de Campo de Montgomery, Alabama. Ella estaba por cumplir 18 años. Era una belleza sureña de buena sociedad, hija de un Juez de la Suprema Corte y con una reputación de mujer desenfadada y atrevida (una de las primeras ‘flappers’1: bebía, fumaba, conducía, bailaba charlestón, se bañaba en piscinas con ajustados trajes de baño color carne para sembrar el rumor de que nadaba desnuda…), y junto con su compañera de colegio Tallulah Bankhead (futura estrella de Hollywood, con una vida también interesante), escandalizaba a todos con constantes travesuras. En su opinión, su papel como mujer era ofender, molestar y provocar desastres.
Él era un subteniente de infantería de 22 años, proveniente de una familia de clase media (su padre trabajó para Procter & Gamble). De origen irlandés y católico, con inclinación a la literatura desde niño, que había abandonado sus estudios en Princeton -donde de todas maneras era un alumno irregular- para ir a luchar en la Gran Guerra, aunque ésta terminó antes de que lo movilizaran. Al abandonar Princeton y ante la posibilidad de morir en la guerra, escribió apresuradamente una novela llamada The Romantic Egotist (El Ególatra Romántico), y la mandó a la editorial Scribners, que la rechazó, aunque lo animaron a seguir escribiendo. Había basado a su protagonista en Ginevra King, su primer amor, una muchacha de la alta sociedad de Chicago a quien cortejó insistentemente hasta que el padre de ella le cortó las ilusiones diciéndole: «Los chicos pobres no deberían aspirar a casarse con chicas ricas». Ella sería su inspiración para la Daisy Buchanan de El Gran Gatsby y algunas otras mujeres de sus historias.
Así que Scott venía de un despecho amoroso, tenía ganas de ser escritor, aspiraciones de ser famoso y millonario… Y alcoholismo incipiente. Ella era una celebridad local, de una familia inusual con abolengo: la primera vez que Scott cenó en su casa, ella empezó a discutir acaloradamente con su padre, que la persiguió con un cuchillo alrededor de la mesa. La familia siguió comiendo como si ese tipo de cosas fuera común. Luego se sentaron y siguieron comiendo tranquilamente.
Se conocieron, bailaron y se enamoraron. Ya entonces Scott era consciente de que la vida es material fértil para la novela y recrea en El Gran Gatsby su encuentro. De hecho, reescribe su primera novela para que el personaje principal se pareciera a Zelda, y renombra la novela como: A este lado del Paraíso, y se dedica a cortejar a Zelda insistentemente. Ella no se lo puso fácil. Flirteaba con muchos hombres a la vez, encantada de ser el centro de atención y las habladurías. En una ocasión prometió a cuatro pretendientes distintos que saldría con ellos y los hizo esperar en la estación del tren alentándolos luego a luchar por ella. Scott se fue a New York a intentar ganarse la vida escribiendo en periódicos y publicidad, pero no tuvo mucho éxito. Zelda le dejó claro que no se casaría con él si no tenía suficiente para darle la vida que ella se merecía. Un escritor lleno de arte y sin dinero no es un buen partido.
Con todo, él le gustaba mucho, así que ella sentía que debía impulsarlo al éxito: antes de que se fuera a New York le dio dos muestras de confianza para que se calmara: le dio a leer su diario íntimo, que a él le encantó, y tuvieron unos meses de lo que luego Scott calificaría como «imprudencia sexual», (o sea: que comenzaron a acostarse frecuentemente). Aún así, ella seguía flirteando y saliendo con otros hombres, porque consideraba que una cosa no tenía nada que ver con la otra.
Su novela A Este Lado del Paraíso había sido aceptada por el legendario editor Maxwell Perkins. Scott le escribió rogándole que apresurara su lanzamiento, porque necesitaba dinero pronto para poder casarse. Zelda le prometió que se casaría si la novela era un éxito. Fue publicada el 26 de marzo de 1920.
El 30 de marzo Zelda llegó a New York con Scott. El 3 de abril se casaron en la Catedral de San Patricio. La novela de Fitzgerald fue un éxito de ventas inmediato que cambió su vida.
Con dinero a raudales se convirtieron en la pareja de moda de New York, inaugurando la década con excesos y derroche. Vivían en hoteles lujosos, de donde los expulsaban por sus fiestas y borracheras; eran invitados a todas partes. Scott consiguió vender muchos cuentos para que el dinero siguiera fluyendo, y mantener así un tren de vida elevado. Zelda se bañaba en la fuente de Union Square, bailaban sobre las mesas, provocaban escándalo y habladurías por todos lados. Dorothy Parker cuenta que la primera vez que los vio en New York paseaban por la noche en el techo de un taxi, bebiendo y gritando. Eran jóvenes, adinerados, exitosos y hermosos. Los periódicos y toda la sociedad querían estar con ellos. En las madrugadas, luego de las fiestas tenían larguísimas e incoherentes conversaciones de borrachos que los hacía sentirse más unidos. Sin embargo, pronto el matrimonio perfecto comenzó a mostrar fisuras.
En 1921, mientras trabajaba en su novela Hermosos y Malditos, Zelda le anunció que estaba embarazada. Se fueron a Saint Paul, Minnesota, para tener a su hija Frances «Scottie» Fitzgerald. Mientras Zelda se encontraba bajo los efectos de la anestesia, Scott la grabó hablando, algunas de sus palabras («Deseo para mi hija que sea tan hermosa como tonta. Una hermosa tontita»), y las usó luego para su novela El Gran Gatsby. Scott ha usado, además, cartas y páginas del diario de Zelda para su primera novela. Esta actitud de depredador para la literatura la mantendrá toda la vida.
Tenían muchas diferencias: Scott era inseguro y nervioso, Zelda era la seguridad encarnada. Ella era quisquillosa con la comida, él comía lo que le dieran; ella no cosía ni un botón y se negaba a hacer la más mínima tarea doméstica, él pretendía tener siempre ropa limpia a la mano para cambiarse hasta cuatro veces al día. Pequeñas diferencias que quedaban ocultas bajo noches y noches de fiestas y desenfreno. Se sabe que Zelda quedó embarazada una segunda vez, pero no llegó a término: se especula que decidieron abortar, pero no hay nada que lo pruebe, salvo una alusión en el primer borrador de la novela Hermosos y Malditos (las novelas de Scott están íntimamente relacionadas con su vida). Cuando estaba por salir la novela, Burton Rascoe, editor del New York Tribune se acerca a entrevistar a Zelda, para dar una impresión fresca de la novela. Ella bromeó diciendo que la novela deberían comprarla por los motivos estéticos de que necesitaba comprar telas doradas y un anillo de platino, entre otras cosas; también lanza una pulla a su esposo diciendo que reconoció partes de sus cartas y diarios íntimos porque el Señor Fitzgerald piensa que el plagio debe empezar en casa. Tuvieron una fuerte pelea por esto, pero a Zelda comenzaron a llegarle ofertas para escribir artículos con su estilo irónico y desconcertante. También se animó a escribir cuentos cortos, pero muchos los vendía con la firma de Scott, que era más conocido -y por lo tanto los pagaban mejor-. Escribieron juntos una obra de teatro (The Vegetable), que fue un fracaso. Scott quería escribir una novela pronto, pero se veía obligado a escribir cuentos para completar sus ingresos (los cuentos los pagaban de inmediato y a buen precio). Se despreciaba por eso, pero no sabían gestionar su dinero, y había que producir para mantener su estilo de vida. En abril de 1924 deciden mudarse a Europa, a la que habían viajado antes, por ser más barato vivir allá con los 7 mil dólares de su patrimonio.
Se instalaron en Antibes, en la Costa Azul. Scott se dedicó a escribir El Gran Gatsby, y Zelda se dedicaba a pasear. Allí Zelda se enamoró perdidamente de un joven piloto francés, Edouard Jozan, con quien pasaba las noches bailando. Fue tal la pasión, que le pidió el divorcio a Scott. La reacción de él fue decir que se enfrentaría en duelo a Jozan y encerraría a Zelda hasta que se le pasara. Jozan se fue de la Costa Azul sin saber nada de este drama hasta años después. Según él, lo único que hizo con Zelda fue pasear y bailar como amigos y compañía agradable: cualquier infidelidad habría sido imaginaria. Aun así, Scott quedó devastado por el episodio. Escribió «sabía que había pasado algo que nunca podría ser reparado». Cuando Zelda aparentemente desistió de la idea del divorcio, intentó matarse dos veces. Una lanzándose al mar, y otra con una sobredosis de pastillas para dormir.
Luego de eso, aparentaban estar bien y ser felices ante todos y no mencionaron más esos incidentes. Scott estaba por lanzar El Gran Gatsby. Aunque al principio quería nombrarla Trimalción en West Egg, fue Zelda quien le sugirió el título definitivo, como había hecho tantas otras veces. Se fueron de viaje a Roma y Capri para celebrar el lanzamiento de la novela, pero ambos aún se sentían infelices y distantes. En Italia, Zelda comenzó a pintar.
En abril de 1925, de regreso a París, conocieron a Hemingway. Fue una amistad apasionada. Scott hizo mucho por promover a Hemingway, de quien admiraba su talento literario. Lo introdujo en el círculo de expatriados estadounidenses de París (lo que luego se llamó «La Generación Perdida») y estaban encantados uno con el otro. Entre Zelda y Hemingway surgió, en cambio y de inmediato, un odio puro y desinteresado.
Se detestaban fieramente, ella lo llamaba «esa “hada”2 de pecho peludo”. Decía que era gay, que era un hipócrita y una sanguijuela que se aprovechaba de su marido. Hemingway decía de ella que estaba loca y animaba a Scott a abandonarla lo antes posible. Que ella lo estaba volviendo alcohólico, y apagaba su talento como escritor, que lo obligaba a prostituirse escribiendo cuentos de medio pelo para mantener su tren de vida. Zelda también estaba convencida de que Scott estaba enamorado de Hemingway, y tuvieron muchas peleas por esto. Scott incluso planeó acostarse con una prostituta para probarle a Zelda que no era homosexual. También pelearon por esto cuando ella descubrió los condones que había comprado. Más tarde, él comenzó a ignorarla ostensiblemente en una fiesta, dedicando toda su atención a Isadora Duncan La solución de Zelda fue lanzarse por unas escaleras de mármol para que ver si iba a seguir ignorándola.
En A Moveable Feast (publicado como París era una Fiesta -en español-), Hemingway relata en un episodio llamado A Matter of Measurements (Una Cuestión de Tamaño), que Zelda llenaba a Scott de inseguridades y problemas. En esta ocasión le dijo que su pene era pequeño, torcido y extraño, y que por eso ella difícilmente tenía orgasmos. Scott no sabía a quién preguntar, ya que sólo se había acostado con Zelda en toda su vida. Fue a contárselo, y la reacción de Hemingway fue invitarlo al baño para examinarlo. Una vez allí, le dijo que no veía ningún problema. Incluso le parecía que estaba hermosamente dotado, y que dependía del ángulo desde donde se mirara. Luego se fueron al Louvre a ver cuadros y estatuas de desnudos para comparar. Son cosas que hacen los amigos, al parecer. Da qué pensar.
En 1926, el productor John W. Constantine invitó a Scott a Hollywood para escribir una comedia para United Artists. Una vez allí, Scott conoció a Lois Moran, actriz de 17 años (él tenía 30) de la que se enamoró perdidamente. Luego, reescribiría un personaje de su novela Suave es la Noche, para que se le pareciera. La reacción de Zelda ante el enamoramiento de su esposo (que al parecer no era recíproco) fue lanzar por la ventana de un tren el anillo de diamantes que él le había regalado al inicio de su relación. Duraron poco en Hollywood y volvieron a París.
Zelda buscaba desesperadamente un talento artístico en el cual destacar que fuera sólo suyo. Tenían dificultades económicas: él bebía cada vez más y no producía nada nuevo; ella se aburría, y su comportamiento era cada vez más errático. Se obsesionó con el ballet, que había practicado de adolescente, y comenzó a tomar clases con madame Lubov Egorova, discípula de Diaghilev. Se volvió muy buena. Tanto, que la invitaron a unirse a la compañía de ballet San Carlo, de Nápoles. Pero lo rechazó sin razón aparente. Scott nunca apoyó sus esfuerzos, y ella iba comportándose de forma extraña. Una vez se arrodilló frente a su profesora de ballet, confesándole que estaba enamorada de ella, y que se fugaran juntas. Aunque seguían saliendo a fiestas, los amigos comenzaron a notar el comportamiento autodestructivo de los Fitzgerald. Ahora los evitaban en las fiestas.
En abril de 1930 Zelda entra en el primero de los sanatorios mentales en que pasaría el resto de su vida. Fue diagnosticada con esquizofrenia (aunque expertos han asegurado actualmente que probablemente sufriera trastorno bipolar). Oía voces, veía presencias fantasmales, se aterrorizaba y se obsesionaba con distintos temas. Decía que hablaba con Jesucristo, con personajes históricos… Tenía la idea fija de que su marido era homosexual y que debía admitirlo.
En 1931, sin apenas dinero, volvieron a Montgomery, Alabama, donde el padre de Zelda estaba muriendo. Scott siguió camino a Hollywood, para intentar conseguir trabajo como guionista. El padre de Zelda murió, y ella empeoró en sus desvaríos. En 1932 fue internada de nuevo en la clínica Phipps del Hospital Johns Hopkins de Baltimore.
Zelda había seguido escribiendo para desahogar las energías creativas. Durante sus seis primeras semanas en la clínica escribió una novela y se la mandó al editor de Scott, que la encontró publicable. Cuando Scott leyó la novela se enfadó mucho: la novela Resérvame el Vals estaba inspirada en la vida de ambos en París: él estaba usando el mismo material (incluyendo, como siempre, partes del diario y cartas de Zelda) para escribir una novela en la que llevaba tiempo trabajando Suave es la noche, y pensaba que no tenía derecho a aprovechar esas vivencias. La obligó a revisar la novela, suprimiendo pasajes y personajes. Resérvame el Vals tiene interés ahora, y no cabe duda que si hubiera continuado escribiendo podría haberse convertido en una novelista por lo menos tan excelente como su marido. Sin embargo, sólo se vendieron 1392 ejemplares de la novela, y la crítica del momento no la entendió.
Scott completó (con cartas de Zelda a veces copiadas textualmente) la novela Suave es la noche, y la publicó en 1934 con un éxito muy discreto. Zelda se dedicó a seguir pintando. En 1936 la ingresan en el Hospital Highland de Asheville, Carolina del Norte.
En 1937, la Metro-Goldwyn-Mayer le ofrece a Scott un trabajo como guionista con un sueldo de 1500 dólares semanales. Tenía tantas deudas, y había pedido tantos adelantos a su editor que tuvo que aceptar, y se mudó a Hollywood. Allí tuvo algunos amoríos intrascendentes (Dorothy Parker cuenta que se acostó con él en un par de ocasiones), y luego inicia una aventura estable con la columnista Sheilah Graham, de 27 años, (él tenía 40). Escribió guiones que nunca se filmaron, y revisó guiones por los que nunca recibió crédito. Estaba amargado y alcoholizado, resentido con el éxito de Hemingway, -que comenzaba a ser reconocido-, obsesionado con su fracaso con Zelda, resentido con ella por haber enloquecido. Se sentía olvidado y apartado. Hemingway decía de él que pasó de la inmadurez a la senilidad, y se burlaba de su obsesión con los millonarios y el estilo de vida lujoso.
La relación con Sheilah Graham fue curiosa: se propuso educarla (ella tenía muchas dudas por su educación incompleta), y le preparó un estricto curso de aprendizaje literario, político y mundano. Ella logró poco a poco sacarlo del alcoholismo. Era un amante cruel, que frecuentemente comparaba a su amante con otras mujeres para hacerla sentir inferior y fea.
Le hablaba largamente de su amor por Zelda. En 1938, luego de una gran pelea con Sheilah, se emborrachó y viajó a ver a Zelda. La sacó del hospital y se la llevó de paseo a Cuba. Fue un desastre: Zelda estaba enajenada, leyendo en voz alta la Biblia por la calle, diciendo incoherencias. Scott recibió una paliza en una pelea de gallos, y bebió hasta deteriorarse. No se puede repetir el estilo de vida de los 20 años a los 40. Fue hospitalizado al regresar a Estados Unidos. Fue la última vez que se vieron. Al volver a Hollywood había terminado su contrato con la Metro y tuvo que trabajar como guionista independiente. Retomó su relación con Sheilah, fue superando su alcoholismo, y volvió a escribir: fue una serie de cuentos donde se burlaba cruelmente de sí mismo (The Pat Hobby Stories) y una novela inspirada en el productor Irving Thalberg (The Love of the Last Tycoon).
El 20 de diciembre de 1949 fue con Sheilah a ver una película y sufrió un mareo. Estaba preocupado de que todos pensaran que estaba ebrio. Al día siguiente, mientras leía la revista de los exalumnos de Princeton (Princeton Alumni Weekly) y comía una barra de caramelo, Sheilah lo vio saltar de repente de su sillón, aferrarse a la chimenea y caer jadeando al suelo. Ella corrió a buscar ayuda. Para cuando llegó, había muerto. Tenía 44 años. Zelda recibió y leyó el original de la novela que estaba escribiendo Scott. Durante toda su vida ella fue su primera lectora y quien le sugería títulos y daba consejos. Le encantó, lo consideraba una novela excelente. Sugirió el título definitivo The Last Tycoon (El Último Magnate) y se obsesionó con escribir ella una novela, a la que llamó Caesar’s Things. Se perdió el funeral de su marido. Se perdió la boda de su hija (durante su vida, su opinión sobre la maternidad era que, una vez hechos los niños, hay que dedicarse a otras cosas). Siguió trabajando en su novela sin acabarla nunca mientras entraba y salía de instituciones mentales. La noche del 10 de marzo de 1948, mientras estaba encerrada esperando terapia de electrochoques en el Hospital Highland, comenzó un incendio en la cocina que se propagó rápidamente por las estructuras de madera del edificio.
Con tantas puertas y ventanas con cadenas se dificultaron las labores de rescate. Nueve mujeres, entre ellas Zelda, murieron horriblemente abrasadas. Tenía 48 años.
Se ha discutido durante años lo tóxico de esta relación. Algunos dicen que ella lo volvió alcohólico y amargado, que malogró su talento. Otros dicen que él la volvió loca y le robó partes de su vida para la literatura. Se apagaron mutuamente, sin duda. Aunque quizá no había otra manera. Hermosos y Malditos hasta el final. Unos años después, su hija Scottie los enterró juntos en el cementerio católico de Maryland. Su epitafio es una frase de El Gran Gatsby escrita en la lápida:
«Y así seguimos, luchando como barcos contra la corriente, atraídos incesantemente hacia el pasado».
–Cómo sobrevivir con 36.000 dólares al año, FITZGERALD, F.S.
–El Arte de Perder (Colección de cartas de F.S. Fitzgerald)
–Sobre La Escritura; FITZGERALD, F.S.
– Lecciones de un Pigmalión. La historia de cómo F. Scott Fitzgerald educó a la mujer que amaba; GRAHAM, Sheila
- Las «flappers» eran vistas como impetuosas por llevar un maquillaje excesivo, bebían, hablaban de sexo como un tema corriente, fumaban, conducían y se reían públicamente de las normas sexuales y sociales. ↩︎
- (2) Hada(«fairy») es un eufemismo para homosexual. ↩︎
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