Reflexiones sobre la Expresión y Difusión de la Literatura en Medios Digitales

Por estos días, tuve una conversación con la maestra Enid Isáis, Directora de Literpo, ( y a quien aprovecho para mandarle un muy cordial saludo desde estas líneas).  El asunto era la validez de colocar citas literarias  de autores reconocidos o propuestas de escritura al lado de fotografías incitantes (mujeres en posiciones muy sugestivas, con vestuario y arreglos marcadamente eróticos). Y aunque en tales circunstancias considero que a veces la filosofía de Maquiavelo funciona a las mil maravillas («el fin justifica los medios»), tal conversación me llevó a reflexionar necesariamente en la eficacia o no de tal medio. 

Hablábamos acerca de la presencia en un medio digital como un auxilio, y una forma de promoción de la Literatura. Siendo nosotros una revista literaria virtual, por supuesto es un aspecto que nos interesa enormemente. Y tuve la oportunidad de revisar algunas cosas que al respecto comenta Byung-Chul Han, y que me gustaría compartir con nuestros lectores, en vista de que gran parte de nuestro público o bien escribe, o bien lee. Y lo que a continuación viene puede sernos de interés.

El filósofo y ensayista coreano, en su obra En El Enjambre, habla en el capítulo 2 de la obra («Sin Mediación») de que: «el medio digital es un medio de presencia. Su temporalidad es el presente inmediato. La comunicación digital se distingue por el hecho de que las informaciones se producen, envían y reciben sin mediación de los intermediarios. No son dirigidas y filtradas por mediadores. La instancia intermedia que interviene es eliminada siempre. La intermediación y la representación se interpretan como intransigencia e ineficiencia como congestión del tiempo y la información . Hoy ya no somos receptores y consumidores pasivos de información».

Como gente de letras, comprendemos que parte de este ejercicio de la lectura, o bien de la escritura necesita de las dos partes: alguien que escriba y alguien que lea. La Internet se ha encargado de hacer que los lectores puedan opinar al instante (si el texto está a su disposición en una plataforma en donde se permitan los comentarios. La mayoría así lo hacen). Y los escritores obtienen una reacción a su escrito, que es por lo regular una de las condiciones por la que los autores escriben: el reconocimiento. Alguien puede proponer un «reto» en X (antes Twitter), y así obtener una respuesta a una propuesta. Eventualmente, incluso conseguir ideas para su propia escritura, pero ya sus lectores toman parte inmediata en la creación de algo que un escritor propone. Así que un primer punto es que la literatura, su lectura y su creación han cambiado con la red. Y su promoción debería requerir la participación, o permitirla, para que su difusión sea efectiva. Sin embargo, la doble función de producir y consumir la información (literatura en este caso) nos lleva a multiplicar en una proporción nunca antes vista la información. Por ende, el público se circunscribe a pequeñas comunidades alrededor de un proyecto literario, o cuando mucho a dos. Así que el trabajo de promoción literaria requiere hacer que un proyecto se dirija a un amplio público…

La preocupación entonces es «hacer ruido». La «shitstorm» (ruido producido por las muestras de indignación de los usuarios de la red en torno a un a publicación o evento) a la que se refiere el filósofo coreano es deseable en tanto la consecuencia sea que ese ruido deje después de su paso un incremento en los seguidores. Sacarlos de sus propias comunidades, sus nichos seguros y protectores. Atraerlos con el ruido.

«Medios como blogs, facebook, X (antes Twitter),  liquidan la mediación de la comunicación. La desmediatizan (…) El lenguaje y la cultura se hacen vulgares». En este sentido, se habla de «vulgar» por aquello de que entre más cerca está del público, se desacralizan [el lenguaje y la cultura], se bajan del pedestal en que se les ha colocado, y se elimina su solemnidad para mejor hacer formar al lenguaje y a la cultura como parte del vulgo, de lo común. Hasta qué punto es esto bueno, depende de lo usual: cuál es el objetivo. Qué es lo que queremos lograr. Si es difundir la literatura a toda costa, vale la pena. Si pretendemos que aún conserve su lugar de adoración intelectual y cultural, quizás no son estos los medios adecuados. Pero, ¿qué se busca con la difusión?

Habría que reconsiderar lo que es literario. El material, el contenido, la forma, son determinados por la masa de seguidores, porque se les entregan los medios para hacer saber qué es lo que quieren: el «like», el repost (antes retweet), el compartido. «El modo de proceder en lo digital es la adición»

Byung-Chul Han: «Hoy ya no somos receptores y consumidores pasivos de información».
Byung-Chul Han: «Hoy ya no somos receptores y consumidores pasivos de información».

El escritor Michel Butor, citado por Byung-Chul Han, se preocupa de que la crisis del espíritu se manifiesta como crisis en la Literatura. «No sólo vivimos en una crisis de la economía, vivimos también en una crisis literaria. La literatura europea está amenazada. Lo que ahora experimentamos en Europa es precisamente una crisis del espíritu». Butor reconoce que esta crisis se debe a una crisis de la comunicación, puesto que a pesar de que se han multiplicado las publicaciones, no hay ningún avance (propuesta, novedad) en la literatura. Los nuevos medios son admirables, pero producen un «ruido» enorme.

En la dificultad de promover la literatura, existe una circunstancia. 

«La palabra Digital refiere al dedo (digitas), que ante todo, cuenta. La cultura digital descansa en los dedos que cuentan. Historia, en cambio, es narración. Ella no cuenta. Contar es una categoría poshistórica. Ni los tweets (posts) ni las informaciones se cuentan para dar lugar a una narración. También la timeline (línea del tiempo) narra ninguna historia de la vida, ninguna biografía. Es aditiva y no narrativa. El Hombre Digital digita en el sentido de que cuenta y calcula constantemente»

Hoy todo se hace numerable para medir su rendimiento y su eficiencia. Todo se cuantifica y se determina su validez, teniendo en cuenta el número de seguidores, y en términos de historia, la literatura pierde su capacidad de contar algo contra la necesidad de contar. De hacer número la eficiencia de ello.

Visto así, si bien el ruido para llamar la atención sobre la Literatura es útil para atraer la atención, ello no quiere decir que se haya comprendido lo que se deseaba contar. Una imagen que acompañe un contexto literario, cuya capacidad de hacer «ruido» y llamar la atención de los internautas bien puede atraer, pero decididamente no hará que el lector tome conciencia del sentido literario.

Y más si hemos perdido nuestra capacidad analítica debido al cansancio de la información (IFS) (Information Fatigue Syndrome). Hoy en día todos sufrimos de ello. La perturbación de la atención, inquietud general o incapacidad de asumir responsabilidades. Todos estamos confrontados con una cantidad de informaciones que aumenta velozmente. La parálisis de la capacidad analítica causa que se atrofie el pensamiento. Se supone que esa capoacidad analítica posibilita que se distinga lo esencial de lo no esencial. Así, si una publicación va acompañada de una fotografía que no se aviene al concepto del texto, y sólo por su capacidad atractiva (erótica) se coloca con éste, la misma fatiga de la información provocará que el usuario olvide lo esencial, que es el texto.

La imagen suele estar antes del texto. Y determina en gran medida la comprensión del texto que suele ir con ella. Pero hay más: la IFS va acompañada de elementos que causan la depresión, que es una enfermedad narcisista.conduce a una vision equivocada y patológicamente recargada de uno mismo. El deprimido sólo percibe el eco de sí mismo. Se ahoga en el propio yo, y las redes, como medios narcisistas, agudizan esta depresión. El autor pierde el sentido original de su publicación, que era ser leído, y se aviene a una agotadora (e inútil) caza de «likes». «Likes» que probablemente no conseguirá y agudizarán su depresión.

Y Roland Barthes, citado por Byung-Chul Han:

«La verdad de la fotografía consiste en que su destino es estar unida al referente, es decir: al objeto real de referencia».

De modo que el desnudo erótico seguirá siendo un desnudo, porque a menos que se vincule con el texto, marchan ambos separados, expresando cada uno una verdad de las cuales el lector actual verá en la Literatura de tal modo sólo la verdad referenciada por la fotografía, y el cansancio de la información impedirá asumir lo propuesto por el texto. 

Asimismo, la crisis del espíritu que deviene en crisis literaria es porque hay demasiado «ruido» en las redes.

Así que la cuestión no es condenar o no el empleo de una imagen erótica para vincularla a un texto, sino que su efectividad no es tan buena para ello, y eso nos permite compenetrarnos de una serie de fenómenos que Byung-Chul Han describe en su obra.

¿Cómo hacer para buscar ese «silencio» que se necesita para apreciar lo literario?

Es posible, estimado lector, que si te has acercado y terminado de leer este texto, muy probablemente lo hayamos conseguido: el «silencio» fuera de esta red depende de uno mismo también. De su interés. De sentirse llamado por ello.

Atraer a muchos seguidores es llamativo, ¿es útil para la Literatura…? 

Comparte este post:
También puedes leer:
Una respuesta a «Reflexiones sobre la Expresión y Difusión de la Literatura en Medios Digitales»
  1. Avatar de Nataniel Llano

    Siempre me han llamado la atención las imágenes eróticas con pensamientos o poesía que no se asocian entre sí. Concuerdo en que no resulta útil para potenciar el escrito mismo y sólo traen superficiales «likes».
    Interesante artículo.

Queremos leerte:

Últimas Entradas
Últimos Comentarios