Marguerite Duras y Yann Andréa: El último amante

(...)— Ella permanecerá así hasta la aparición de la luz.
Se callan. La luz aumenta de un  modo imperceptible, tan lento es su movimiento. Y también la separación entre la arena y las aguas.
La luz asciende, abre, muestra el espacio que crece.
El incendio, a su vez, se decolora como el cielo, como la mar.
El viajero pregunta:
— ¿Qué sucederá cuando llegue la luz?
Se oye:
Durante un instante ella quedará cegada. Después comenzará a verme de nuevo. A distinguir la arena de la mar; luego, la mar de la luz; después su cuerpo de mi cuerpo. Luego ella separará el frío de la noche y me lo dará. Después, ella solamente oirá el ruido, ¿sabe usted? ¿De Dios…, esa cosa?
Se callan. Vigilan la progresión de la aurora exterior.»
-Marguerite Duras, El Amor-

Marguerite Germaine Marie Donnadieu nació el 4 de abril de 1914 en Gia Định, cerca de Saigón, en la Indochina francesa. Se hizo conocida en el mundo literario con el nombre de Marguerite Duras.

Siempre tuvo vocación de hacerse a sí misma a su gusto, comenzando por su nombre. Por eso escogió ser escritora desde que tuvo uso de razón. Escribía sobre sí misma la mayor parte del tiempo. Diversas máscaras. Porque a veces la mejor manera que tenía de lidiar con los problemas era convertirlos en historias. Eso ayudaba a entenderlos y, algunas pocas veces, a resolverlos; así que en sus libros se narra su juventud vagabunda en Indochina, la soledad, la lluvia, la incomprensión familiar. La locura. El sexo. En sus libros, en sus historias están sus amores devastadores: A los 15 años, amante de un rico chino de 26 años. Casada con Robert Antelme, se hace amante de Dionys Mascalo y conviven los tres durante mucho tiempo. Durante la Segunda Guerra Mundial se llevan a su marido a un campo de concentración. Ella se hace amante del agente de la Gestapo que lo capturó, buscando información. Su actitud ante la vida es impúdica. Siente que todo puede escribirse y le gusta la idea de exponerse al equívoco, al escándalo, al malentendido total.

En 1972, Yann Lemée, estudiante de filosofía bretón (había nacido el 24 de diciembre de 1952 en Guingamp) lee un primer libro de Marguerite Duras y queda fascinado, decidiendo leer todo lo que puede de ella. En 1975 ella asiste a una proyección de su película India Song en un cine de Caen; ella debate con el público, donde él se mezcla. Le pide su dirección en París y ella se la da sin pensarlo mucho. Él comienza a escribirle, casi una carta diaria durante 5 años, ella nunca contesta, -aunque luego confiesa que las leyó todas y las guardó, incluso-. En 1980 ella le manda un libro dedicado y él va dejando de escribir. Ella se molesta, va notando su ausencia y se siente sola Le escribe una carta contándole sus problemas con el alcohol, cómo ha ido usando el alcohol y la literatura como formas de suicidarse, le escribe íntimamente, le escribe como si lo extrañara. Le manda también su número de teléfono. Ahora él le hace largas llamadas donde mayormente habla ella, de la vida, de la literatura, de todo. Él sólo se angustia por no tener suficientes monedas para seguirla llamando. Finalmente ella le pide que vaya a verla. Él toma el autobús, pobre, ansioso y feliz.

«Y después hubo la puerta que se cerraba detrás de ti y de mí. Detrás del cuerpo nuevo, alto y delgado. Y después hubo la voz. Aquella voz de increíble dulzura. Distante. Real. La voz de tu carta, la voz de mi vida. Hablamos durante horas. Todo lo que querías decirme antes de que súbitamente apareciera la evidencia, la cosa, terrible, esclarecedora, aquella decisión que habías tomado: conocerme antes de suicidarte. Nos acostamos con la luna en el cielo sombrío y azul. Al día siguiente hicimos el amor». 

Así recuerda Duras ese primer encuentro en el libro que le dedicó. Ella tiene 66 años y él 28. Se enamoraron contra todo pronóstico. Ella, lo primero que hace, es cambiar su nombre: lo llama Yann Andréa Steiner (y así llamará al libro donde relata ese amor. Una directa carta de amor). Él no se atreve a tutearla (aunque ella se lo pidiera) y la trató de usted toda la vida.

Duraron 16 años juntos, a pesar del hecho de que ella era alcohólica, difícil de tratar y él era declaradamente homosexual (muchas noches se escapaba para flirtear con camareros y marineros, buscando cuerpos más acordes a sus gustos). Ella le enseña a beber, a conducir, a escribir. Baila incansablemente con él. Escriben juntos. Él se encarga de ella, la cuida, la protege incluso de sí misma, la baña con todo el amor posible cuando ella, como una niña, se niega a cuidar de sí misma.

El amor es tan hermoso como difícil, tienen algunas, varias, discusiones. Ella lo acusa de querer el dinero, de ser un parásito. Lo trata de «muchacho nulo» de «poco hombre». Le llega a decir: «Usted sin mí es nada. Menos que nada».

Otras veces era él quien se enojaba, no la comprendía. Le decía: «Si yo muriera mañana, usted escribiría un librito en 15 días». La respuesta de ella, cruel y amorosa a un tiempo: «No diga eso, Yann. No escribiría un librito. Escribiría un libro. Un hermoso libro». A veces ella lo corría, con maleta en la puerta y todo, y él se empeñaba en volver como un cachorro apaleado. «No tiene usted nada de dignidad, Yann», le reprochaba ella antes de volver a recibirlo.

Ella se somete a una desintoxicación alcohólica («El alcohol es perfecto, quien falló fui yo», dice Duras), y él escribe todo el proceso en el libro M.D. Hay quien dice que el libro lo escribió ella. Para esos momentos, él transcribía todo lo que ella escribía y era una especie de amante-secretario-chófer-jovendecompañía para la escritora. 

Se escriben mucho, uno al otro. Preciosas cartas cada vez. Ella le dice: «Lo amo, Yann y eso es terrible. Pero prefiero amarlo a no amarlo. Lo voy a amar hasta que muera, ya ve usted, no será difícil. Todo lo que tengo que hacer es no morir tan rápido». Ella publica luego su novela más conocida, El Amante, y se hace realmente célebre más allá del mundo literario francés. Hace cine, involucra a Yann en muchos de sus proyectos. Vuelven a pelear y a quererse.

Permanecieron 16 años juntos, hasta que ella muere en 1996 de cáncer de laringe (era una impenitente fumadora de toda la vida). Él se sume en un duelo tremendo, encerrándose en un estudio que ella le dejó en la rue Saint Benoît, frente al célebre Café de Flore, casi enfrente del departamento en el que Duras vivió la mayor parte de su vida. Se encerró a llorar, deprimirse y llorar ese amor. Había engordado 20 kilos y habían pasado 2 años cuando llamó a su madre para que lo rescatara. Sanó, volvió a una vida medianamente normal y publicó su carta de amor en forma de libro, Cet amour-là (Ese amor) donde narraba desde su punto de vista esta tormentosa y hermosa historia de amor. Escribe con el estilo de ella, confundiendo las voces de ambos en una intoxicante historia, logrando el aparente milagro de que la literatura invoque el amor. Una historia que pudo ser ridícula (una célebre escritora alcohólica con un homosexual 38 años menor que ella) se vuelve hermosa y fascinante a través de esas letras conjuntas.

Yann Andréa muere en 2014 de causas no determinadas (hay quien habla de suicidio). Para todo el mundo es evidente que, sea lo que sea que se precise, había muerto de amor. No soportaba seguir en este mundo sin ella.

Comparte este post:
También puedes leer:
2 respuestas a «Marguerite Duras y Yann Andréa: El último amante»
  1. Avatar de Enid Isáis

    Me dio mucha ternura este artículo, no conocía su relación y me anima en leer sobre sus obras. ¡Gracias Stániel Lobatón por tan apasionado artículo!

  2. Avatar de barrufet4

    Aunque ya conocía algo de esta historia –no recuerdo donde lo leí pero me suena mucho –, me ha encantado cómo la has explicado, Stániel. Una verdadera historia de amor y de vida a pesar de su notoria diferencia de edad y de gustos. ¡Bravo! 👏👏👏👏

Queremos leerte:

Últimas Entradas
Últimos Comentarios