Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, Y gris, verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras!
Dulce María Loynaz
Aunque pasó a la posteridad como Dulce María, no fue ese el nombre que recibió al nacer en 1902, en La Habana, Cuba, María de las Mercedes Loynaz Muñoz es el verdadero nombre de «la dama y señora de esencia cubana».
Fue una escritora prolífica que incursionó en diferentes géneros literarios, aunque es principalmente conocida por su poesía. Su obra Jardín es considerada una de las mejores novelas cubanas del siglo XX. Además fue una destacada ensayista: su obra abarca temas como el amor, la nostalgia, la naturaleza y la introspección.
Publicó sus primeros poemas en «La Nación» cuando contaba 17 años. En este periodo de su corta vida viaja a los Estados Unidos, visita casi toda Europa y el Medio Oriente. En Egipto se sintió fuertemente atraída por la tumba de Tut-Ank-Amen.
En cuanto a sus intereses, se destacaba su amor por la naturaleza y a los jardines, lo cual se refleja en muchas de sus obras. También era conocida por su profunda sensibilidad para plasmar emociones en sus escritos. Tenía una habilidad única para expresar esas emociones de una manera poética y conmovedora, así como su capacidad para crear imágenes y metáforas impactantes en sus escritos.
Entre sus obras más destacadas se encuentran:
- Canto a la mujer estéril (1938)
- Versos, (1920-1938)
- Juegos de agua. Versos del agua y del amor (1947)
- Jardín. Novela lírica (1951)
- Carta de amor a Tut-Ank-Amen (1953)
- Poemas sin nombre (1953)
- Un verano en Tenerife (1958)
Jardín es una novela que gira en torno a una mujer llamada Isabella que vive recluida en su casa y se sumerge en un mundo de recuerdos, sueños y reflexiones.
La novela es conocida por su estilo poético y su profunda exploración de los pensamientos y emociones de la protagonista. Dulce María Loynaz logra crear una atmósfera envolvente a través de su prosa lírica, que ha sido ampliamente elogiada por críticos y lectores.
Es considerada una de las obras más importantes de la literatura cubana y ha sido traducida a varios idiomas. Su estilo único y su capacidad para transmitir emociones han asegurado su lugar en el canon literario tanto en Cuba como a nivel internacional.
Se ha sugerido que Jardín refleja en cierta medida la experiencia personal de Dulce María Loynaz, especialmente en lo que respecta a su propio sentido de aislamiento y su profunda conexión con la naturaleza.
La autora vivió en un período de cambios y convulsiones en Cuba, y su obra refleja una sensibilidad particular hacia la soledad, la nostalgia y la búsqueda de significado en medio de la incertidumbre. Aunque no es una novela autobiográfica en el sentido tradicional, muchos críticos han señalado similitudes entre la vida de la autora y la experiencia emocional que transmite a través de Jardín.
La capacidad de Loynaz para plasmar las complejidades del mundo interior y sus propias experiencias emocionales ha contribuido a que los lectores encuentren una identificación personal con la novela. Su estilo poético y evocador permite que los lectores se sumerjan en los pensamientos y sentimientos de la protagonista, creando así una conexión íntima con la obra.
Además de Jardín, la poesía de Dulce María Loynaz también es un espacio donde se refleja su profunda introspección y su visión personal del mundo. En sus poemas, aborda temas como el amor, la pérdida, la naturaleza y la soledad, ofreciendo una mirada íntima a sus propias emociones.
Una de sus colecciones de poemas más conocidas es Poemas Escogidos, donde se puede apreciar su estilo lírico y su capacidad para transmitir sentimientos complejos a través de la palabra escrita. En estos poemas, se revela su sensibilidad hacia la belleza, así como su lucha interna con la melancolía y la esperanza.
A través de su poesía, la poetisa logra crear un universo emocional rico y conmovedor, en el que los lectores pueden encontrar resonancia con sus propias experiencias. Su habilidad para explorar la condición humana a través de la introspección y la expresión poética es una característica distintiva de su obra.
A través de sus versos, logra transmitir una sensación de nostalgia y una reflexión sobre el paso del tiempo y las experiencias vividas. Su capacidad para expresar con una belleza poética única es una de las razones por las que su obra continúa siendo apreciada por lectores de diferentes generaciones.
Su estilo evocador y su capacidad para explorar lo emocionalmente profundo han dejado una huella perdurable en la literatura hispanoamericana.
A pesar de las adversidades de su vida, la incomunicación, que como olas impetuosas que caen sobre la roca, supieron acariciarla, transformó su soledad, su retraimiento y su jardín en arte. Se vinculó con reconocidas figuras del mundo literario, Federico García Lorca, Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez, Carmen Conde, entre otros.
Dulce María Loynaz es una escritora que, a pesar de su talento y contribuciones significativas a la literatura, lamentablemente no alcanzó la misma notoriedad que otros autores contemporáneos. Varias razones podrían explicar su relativa falta de reconocimiento.
En primer lugar, factores como la distribución limitada de sus obras, así como restricciones en la difusión de la cultura durante ciertos períodos históricos en Cuba, podrían haber limitado su alcance. Además, el contexto social y político puede haber influido en la visibilidad de su obra fuera de Cuba.
Sin embargo, es importante destacar que, a pesar de no ser tan ampliamente reconocida, Loynaz ha sido redescubierta y revalorada en años recientes. Su legado literario ha ganado mayor atención y aprecio, lo que ha contribuido a una mayor difusión y estudio de su obra.
Recibió el Premio Miguel de Cervantes en 1992, (segunda mujer en recibirlo), como reconocimiento a su destacada contribución a la literatura hispanoamericana. El premio fue otorgado por su obra en general, como un reconocimiento a su trayectoria literaria y su impacto en la literatura en lengua española. Este premio representó un merecido reconocimiento a la importancia y calidad de su obra.
Cuantiosos honores y premios le fueron otorgados en vida, entre ellos:
- En 1968 fue elegida Miembro de la Real Academia Española que presidió hasta su fallecimiento.
- El Premio Alejo Carpentier, 1977.
- El Premio Nacional de Literatura, 1987.
En abril de 1997 desaparece físicamente la prolífera dama de la literatura cubana. “El país es como una madre, que hay que aceptar como es. Cuba es mi patria. A la patria, como a la madre, hay que verla siempre con cariño. No podría vivir lejos de la tierra en que nací”.
El dolor envejece más que el tiempo,
este dolor dolor que no se acaba
y que te duele todo todo todo,
sin dolerte en el cuerpo nada nada.
A tantos días de dolor se muere uno,
ni la vida se va,
ni el corazón se para,
es el dolor acumulado el que,
cuando no lo soportas,
él te aplasta.
Mi accidente será un buen epitafio:
Cuando una calle el sol cruzaba,
de dolor - o de amor - es lo mismo,
murió desbaratada.
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