Uno de los más recurrentes consejos a escritores es: «escribe de lo que conozcas»; es un consejo tan sencillo y práctico que casi siempre es malinterpretado. Simplemente debes tener claro el tema de tu historia, que es diferente de la anécdota.
La anécdota, (el esqueleto de la historia), se puede investigar; (y siempre es bueno aprender más de lo que vas a usar. Eso resuena en la historia que cuentas). El tema es algo que conoces íntimamente, -también se nota-.
Moby Dick no es sobre cazar una ballena blanca y feroz: es sobre como una obsesión te consume.
Si analizas cada historia, -sobre todo las buenas historias-, puedes darte cuenta de que existe un tema, un asunto importante y relevante. Generalmente puedes describirlo en unas pocas palabras y conceptos, y ese tema puede o no resonar con el lector.
Los temas pueden ser la nobleza del alma, el perdón, el odio, el miedo a lo desconocido, la lujuria, la esperanza, y así por el estilo.
La anécdota puede ser cualquier cosa. Incluso un largo paseo por la ciudad o el robo de una pastelería de barrio…
El tema es lo que debes conocer, es el asunto íntimo que quieres poner sobre el papel. Es sencillo de entender (todos podemos entender el miedo, los celos, la paz, la iluminación espiritual, por ejemplo), y tu visión sobre el tema es siempre única. No necesariamente buena, pero siempre será única.
La anécdota siempre es un asunto que se puede investigar; lees sobre eso, encuentras cartas, textos, te inspiras en imágenes; entiendes la anécdota hasta más allá de lo que probablemente puedas poner por escrito: la vida de los mosqueteros, Tenochitlán antes de la conquista, un asesino en serie con ataques de pánico… La anécdota puede ser cualquier cosa, puedes inventarla e investigarla.
Así que entendamos bien el consejo que tanto se da sin reflexionar mucho en lo que significa: Ciertamente es útil escribir sobre lo que se conoce; y si sientes que no sabes nada de nada, no deberías preocuparte. Quizá no sabes de anécdotas, pero seguramente tienes una visión única sobre algún tema. Y muy seguramente hay un tema que conoces profundamente. La ignorancia, por ejemplo.
Lo que hacemos como escritores es encontrar una anécdota que nos gusta (a veces la anécdota nos encuentra a nosotros, los personajes buscan a su autor), y con la que estemos cómodos escribiendo. Enhebramos con palabras la anécdota con el tema que debemos conocer suficientemente, y así vamos creando una historia.
La artesanía de la escritura es cosa que cada cual va aprendiendo: a veces imitando, a veces lanzándose a experimentar, otras tantas estudiando. Es un asunto para otra ocasión. Lo importante acá es que cuando te aconsejan que escribas sobre lo que conoces es sobre un tema y no sobre una anécdota. Se nota cuando lo conoces, y eso te ayuda a comenzar a escribir.
Recuerda siempre: no escribes sobre cazar ballenas blancas. Escribes sobre obsesiones.
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