Dejar que el Alma se Exprese: Entrevista con Viktoria Yocarri

«Levanté la mirada para encontrarme con sus ojos y pude ver los transparentes anillos de su iris, que por alguna razón trajeron a mi mente cientos de recuerdos que empezaron a fluir libremente. Pude ver la humedad de sus labios y oler los besos que nos habíamos dado a lo largo de todos esos años.»
-Tal vez no haya un mañana, Viktoria Yocarri.

Viktoria Yocarri, desde su natal México, escribe novelas románticas desde las que abarca inadvertidamente otros infinitos. Coleccionista devota de anécdotas, de detalles, de figuras enamoradas y destinos interesantes, ha publicado más de 10 libros cuidadosamente cultivados, como las plantas de su jardín.

La imagino sentada en un patio soleado, sillas de madera pintada, plantas alrededor y el olor de la tierra fresca, mientras comenzamos esta conversación:

Comencemos por el principio. No te conocía como escritora hasta hace muy poco y ha sido una grata sorpresa leerte. ¿Puedes contarnos un poco de tus inicios en las letras? ¿Cuándo y cómo sentiste la necesidad de escribir?

Como tal, empezar a escribir, bueno, pues desde muy pequeña. Tengo recuerdo de un cuento en el que un árbol era protagonista; lamentablemente ese cuento se pierde con el tiempo. Yo crecí en un mundo de adultos, entonces supongo que ese refugio para esa niña juguetona y traviesa lo encontré a través de las letras. Siempre consideré que a través de las letras era la mejor forma en la que me podía expresar.

Después va pasando la vida y abandono todo eso; de hecho me dedico más a otro tipo de profesión (soy Contador Público) y me avoco a otras cosas como a los negocios, pero siempre escribiendo algún pensamiento, alguna canción, y no le doy mucha importancia a eso hasta que, hace unos años, la misma necesidad de expresión del alma me pide dedicar, si no de lleno, la mayor parte de mi tiempo a lo que es la escritura. Y decido comenzar con una novela y pues desde ahí ya sigo escribiendo y escribiendo hasta que llega el momento de pensar en la publicación, de… ¿Qué vas a hacer con esas novelas? hasta que me di cuenta que ya tenía en ese momento unas 6 novelas escritas.

Entonces ahí empiezo a buscar cómo promoverme y cómo lograr publicar; y así, ahora, no concibo mi vida sin expresarme a través de un pensamiento, a través de un pequeño verso o propiamente ya a través de la novela, ya contando una historia.

Revisando la lista de tus libros disponibles en Amazon, se ve que uno de los motivos que más se repite es el amor, el romance. ¿Crees que el género romántico es visto como «menor» por algunos escritores y críticos? ¿Por qué?

Yo considero que las letras son un camino de autodescubrimiento, o al menos así lo considero en mi caso. Elijo el género romántico porque en ese momento es lo que comienzo a leer más, a consumir más. Y me digo, bueno ¿por qué no dedicarme a lo que es el género romántico? A través de ese proceso empiezo a descubrir que el amor es la fuerza más grande y lo que mueve todo, aún en una novela negra existe un romance.

Entonces sí, considero que el género romántico está catalogado como menor. No como literatura en sí: hay muchos detractores, encuentras todo tipo de historias; normalmente lo que dicen es que estás «vendiendo un sueño» o que «vendes al príncipe» ¡Ja! Que la Cenicienta es rescatada por ese príncipe.

Pero yo pienso diferente, porque yo a través de ese género descubro que en todo lo que nos rodea existe el amor. No nada más el amor romántico, si no el amor por tu profesión, el amor por ti mismo, el amor por la vida, bueno por todo en general. Entonces por eso lo considero algo como autodescubrimiento.

Desgraciadamente se han vuelto demasiado comerciales la literatura, las letras y por eso yo creo que existen muchos detractores. La más grande que vas a encontrar, dentro del género romántico, es Corín Tellado. Ella misma en algunas entrevistas dice «Yo no creo en el amor» y yo hoy te puedo decir que lo que menos leo es novela romántica. Curiosamente prefiero leer thriller o histórico que propiamente novela romántica. Por eso creo que existen esos detractores: esas personas que dicen que no haces literatura, porque ahora encuentras historias, a veces, que parecen muy inverosímiles; yo quiero dedicarme más a lo que es algo real, a la vida real, lo que te puede acontecer en la vida real y poder transmitirte un aprendizaje. Hay alguien que dice por ahí que escribimos para enseñarnos, para aprender, más que para transmitir algo. Desde el momento que estamos transmitiendo ese algo, estamos aprendiendo. Por eso lo considero como un autodescubrimiento y yo lo encontré a través del género romántico. Lo primero que hago es publicar con un sello de novela romántica.

Entonces la característica del género romántico es que tiene que haber un romance y un final feliz, según dicen, pero yo estoy dando ahora un giro a mi carrera autopublicando ya novelas que no tienen un final feliz, o al menos no el final feliz que esperamos, de que «se casaron y vivieron felices por los siglos de los siglos» sino algo más cercano a la realidad.

Veo que has publicado mayormente novelas. ¿Has explorado o piensas explorar otros espacios para contar historias? (Cuento, teatro, poesía)

— Bueno, de hecho estoy explorando lo que es la poesía, o más bien la prosa poética, y me voy adentrando a leer poetas clásicos como Neruda, Rosario Castellanos o algunos otros como Walt Whitman. Encuentro que eso te ayuda a afinar el oído; mi mentor, una persona que me guió mucho y que no es un versado en las letras, pero sí un ávido lector que te puedo decir que recolectó unos 15000 refranes y escribió una antología de refranes, una vez me dio un libro: me aventó un libro sobre la mesa y me dijo: «Bueno, a ver: léete esto para que afines el oído», y era un libro de poesía. Así que a través de la poesía encontré esa parte de afinar el oído, de hacer más creíble tu diálogo, las descripciones más exquisitas. Yo amo y valoro mucho la narrativa exquisita, delicada, ésa que te lleva la prosa fluida que hace que no puedas despegar la vista de un libro. Eso es lo que valoro mucho y eso es lo que ansío llegar a hacer.

Entonces sí, he explorado la poesía. Estoy explorando ese género, aunque no sé si vaya a escribir algo así o simplemente voy a mostrar pinceladas dentro de la prosa de una novela; de hecho, publiqué un libro de frases… Bueno, éste sí fue un camino arduo, un camino que viví en carne propia, y a través de la escritura fue lo que me salvó de ese camino. Yo escribía frases. El libro se llama “De amor y de letras”: en ese libro empiezo a darme cuenta, al terminar de hacer la recopilación de estas frases, cómo va cambiando la tesitura de tu alma, cómo vas dando un salto de sentirte lo peor o la peor porquería de este mundo a darte cuenta que no, que no es así, que nunca llueve eternamente, que dentro de las sombras, aún en las sombras puedes encontrar luz, y que es una parte que tenemos que integrar. Somos luz y sombra.

Algunos escritores planifican todo su proceso (Escritores de Mapa), otros escriben a la deriva a ver que sale (Escritores de Brújula), y aún otros van improvisando sobre una base. ¿Con qué tipo te identificas? ¿Puedes contarnos algo de tu proceso de escritura?

Bueno: en mi caso, no soy una escritora de mapa, soy una escritora de brújula. Esto quiere decir que voy dejando que la historia me lleve por donde quiera.

Lo primero que hago es establecer el título, la idea; o sea: de qué quiero hablar aquí; lo que te puedo decir es que a mí me gusta mucho resaltar las bondades de mi país, sus tradiciones, sus costumbres, su gastronomía, muchas cosas que se han perdido independientemente de cualquier ideología política, e incluso alzar la voz y denunciar.

Tengo por ahí una novela en la que hablo sobre el narcotráfico y básicamente es una denuncia a lo que está sucediendo en mi país, o lo que empezaba a suceder en aquel entonces, porque fue basada en una noticia real, en un recorte de periódico. En función de eso establezco el título y los nombres de los personajes. Me gustan los nombres de los personajes fuertes. Entonces ellos me van indicando. Aquí es algo curioso, porque yo en lugar de visualizar a los personajes, me hablan. Escucho sus voces. Entonces me van diciendo: «Bueno, pues yo quiero llamarme así y me voy a dedicar a esto, bla, bla, bla»..

Una vez que tengo el primer capítulo se me revela. No todas las historias empiezan igual. Algunas dicen: «Voy a empezar de atrás, del final,  por el principio». Hay unas que dicen «Voy a empezar del principio, por el final». Hay otras que dicen: «Voy a empezar del medio». Se me revela ese primer capítulo, y una vez que lo tengo, en función de eso empiezo a escribir, básicamente guiada por las voces de los protagonistas durante todo ese lapso de de escritura de la novela, que es aproximadamente de 9 meses hasta dos años. Vivo la novela y se me van, curiosamente, revelando cosas. Veo un libro, el título de un libro, leo algo referente a eso o me aparecen buscando algo en internet, viendo una película o escuchando una canción, (aunque no soy muy musical porque escribo en absoluto silencio y de preferencia al aire libre). Tengo la facilidad de vivir en el campo, entonces me gusta mucho escribir al aire libre escuchando el sonido de la naturaleza. Otra cosa también importante es que, como no me gusta el invierno, no vas a encontrar en mis novelas casi ninguna descripción del invierno. Más que nada es verano u otoño. Por último, hay tres temas que me mueven: El amor, la muerte y el tiempo.

Tu novela más reciente “Tal vez no haya un mañana” (octubre 2024) hace el recorrido de toda una vida, la de Aurelia, de 1922 al 2016 (creo). ¿Cuál fue la motivación para un relato que abarcara tantas épocas distintas?

«Tal vez no haya mañana», publicado el 18 de octubre de 2024

— Bueno esta novela “Tal vez no haya un mañana”, es una novela muy especial para mí: es un personaje que existió en la vida real y su periodo de vida realmente fueron esos 94 años. Entonces, para mí, fue un viaje fascinante para redescubrir la historia de mi país y verla materializada en un escrito. Hay muchos pasajes emocionantes para mí, por ejemplo: algo que me enchinó la piel es ese pasaje del ‘68, de ese conflicto que se vivió en 1968, y una cosa curiosa que me pasó en esta novela es que normalmente yo no me leo, es decir: tal y como termino los capítulos, luego de editar, ya los releo. Y en esta novela tuve que releer tres o cuatro veces. Entonces comprendí mucho de la historia y de la ideología de mi país y de dónde viene. Esta novela me hizo conectar mucho con las raíces de mi país al abarcar todas esas épocas distintas, porque quería darle una visión al lector de lo que es mi país, de la grandeza que existe en mi país.

«Tal vez no haya mañana», publicado el 18 de octubre de 2024

En tu novela se entrelazan acontecimientos reales de la historia de México con el relato de Aurelia, tu protagonista. Eso hace lo hace muy verosímil ¿Cuánto de realidad y cuánto de fábula crees que compone tus historias?

En realidad yo creo que todas mis historias son crudas y van exactamente a lo que se vive en la realidad. En esta historia en particular, ya te lo comenté: es una persona que vivió realmente, y que los hechos son verídicos totalmente, tal y como se vivió. Quizás metiéndole un poco de ficción en cuanto al romance, porque por el tipo de carácter de la persona real no creo que hayan existido diálogos, como ése que me fascina que dice: «Perdóname por amarte y hacerte batallar tanto, y te perdono si tú me perdonas a mí». Pero ahí ya interviene la magia del escritor para incorporarlo. Pero sí: mis historias se componen de bastante realidad. Me gusta eso, me gusta darte un toque de realidad, no todo es sueño en esta vida. Vivamos con los pies aterrizados. Y quizás también tiene que ver con que soy un signo de tierra. Entonces, hay que aterrizar.

¿Crees que la novela, cualquier manera de contar historias, puede ser un vehículo para la reflexión así sea oblicua? Una interrogación a la realidad, tanto hacia fuera como hacia dentro, por así decirlo.

— Ésa es mi idea de escribir novelas. que te invite a la reflexión. De hecho, muchos lectores me han dicho que soy una escritora melancólica y muy reflexiva, y es así. Entonces refleja mucho de lo que yo quisiera transmitirle al lector: que hay que reflexionar y también regresar a veces al pasado para ver lo que se dejó de hacer, lo que ya no puede ser y mirar las posibilidades que se abren en el futuro. Entonces yo creo que sí, que las novelas deben invitar a una reflexión.

En este libro (“Tal vez no haya un mañana”) e imagino que en tus otros libros también, la mirada femenina domina todo. Es fascinante ¿Hay aún mucho que explorar desde esa perspectiva?

— Supongo que sí, que existe todavía mucho por explorar en esa parte dominante de lo que es el género femenino, pero también creo que me hace falta un poco explorar lo que es hablar… Me cuesta mucho trabajo hablar desde la voz masculina.

Entonces, yo creo que influye mucho que yo sea mujer, pero también es que vengo de un linaje de guerreras y de mujeres dominantes. Eso me influye bastante. Aún así creo que todavía hay mucho por explorar, mucho por sacar a la luz desde esa mirada.

Los escritores siempre se están retando a sí mismos de una manera u otra. ¿Te has planteado «desafíos personales» como escritora? Escribir desde el punto de vista de una mente perturbada, experimentar con el lenguaje, ese tipo de cosas.

— Bueno has tocado un punto muy importante, de hecho ésa es una de mis premisas en la actualidad. Estoy escribiendo una novela totalmente diferente a lo que he escrito antes, me estoy desafiando a mí misma. Es una novela que tiende a una distopía, quizás fantasiosa para el lector, pero que tiene asidero en la realidad. Estoy explorando lo que es el chamanismo y tratando de plasmarlo dentro de esta historia distópica, y no es sencillo. Estoy tratando de jugar un poco con el lenguaje; eso es algo que me ha dado la prosa poética: jugar con el lenguaje y jugar con los tiempos de la novela y jugar un poco con el lector. Eso quisiera seguirlo haciendo y jugar aún más y aventurarme a algo más. Sí, mi idea es desafiarme todavía más. De hecho, ya que me hablas de una mente perturbada, tengo una novela, se llama «Algunas promesas son para siempre». Esta novela habla sobre vidas pasadas, que es también un tema que me fascina, y en esa novela describo el perfil psicológico de un psicópata. Entonces, no sólo experimento en la novela que estoy escribiendo actualmente. ya he explorado otro tipo de personajes con con algunas características psicológicas no muy sanas o que en la actualidad se podrían considerar tóxicas.

Sin revelar mucho de la trama de tu excelente novela ¿Cuál crees que fue la parte que más te costó escribir? ¿Cuál es la parte que disfrutaste más?

— La parte que más disfruté fue descubrir la gran mujer que fue este personaje, descubrir la fortaleza que existe en cada uno de nosotros cuando el destino, la vida, -como quieras llamarlo-, te hace enfrentarte a muchos conflictos, y descubrir que siempre existe una fortaleza interior para salir adelante. Quizás no todos llegan a buen puerto, pero siempre sales adelante. No siempre hay un camino, pero tú decides si quieres salir o no. Eso fue lo que más disfruté. Sobre el desafío, bueno: el primer desafío es enfrentarte a toda la historia, o sea, echarte un clavado en la historia para narrar lo más verosímil posible lo que está aconteciendo en el país; después fue  meterme en el papel de este personaje, porque lo tienes que vivir en carne propia y enfrentarte a todos los desafíos a los que ella se enfrentó dentro de su época, las costumbres de su época, las tradiciones, la ideología y también te puedo decir, una de las maravillas y de lo más bonito que puedes encontrar. No sé si sea la palabra… «Bonito». Es darte cuenta que a través de este personaje entiendes de dónde vienes y entiendes muchos de los patrones que traes, o que yo traigo en mi interior. Entiendo por qué fue, patrones que que a veces se repiten y se repiten por generaciones, y una de las cosas, -esto sí ya es punto y aparte-, una de las cosas más asombrosas es darte cuenta que cómo el Universo está conectado, digamos, cómo vas transmitiendo de generación en generación las creencias, los patrones y cómo desconoces muchas cosas de la sabiduría que almacenan tus antepasados porque no te interesa, estás en tu «rollo», en tu día a día, y te pierdes en esa cotidianidad y no te das el tiempo para escuchar a esos antepasados. Lo que más disfruté fue eso: ese descubrimiento, y sentirme muy agradecida por haber podido convivir con esta gran mujer. 

Otra cosa notable de tu libro es que te sumerge en el ambiente y la historia de México. Como extranjero lo encontré muy interesante. ¿Crees que el país te influye como escritora? ¿Que quizá influye en todos los escritores?

Sin duda influye. Las raíces, lo que traes adentro, sin duda influye en tu manera de escribir y en lo que quieres proyectar. Algo que es muy complicado dentro de lo que es la novela y dentro de lo que es escribir propiamente, es desnudar tu alma, abrirla de par en par, porque realmente lo que tú reflejas en la escritura es lo que tú eres. Entonces es muy complicado al principio: suenas acartonado, porque quieres tomar ideas prestadas; pero con el tiempo y con la experiencia te vas dando cuenta que tienes que hablar desde lo que te nace y desde lo que te gusta, y desnudarte por completo al lector, transmitirle lo más verosímilmente posible la historia.

Desde luego que influye el país en el que creces. Y muchas veces también, -es algo muy lamentable- que no conectemos con nuestras raíces que, independientemente de lo que esté aconteciendo en la actualidad en cada país, que no conectemos con esas raíces que nos dejaron los antepasados, grandes culturas que se asentaron en esta parte de América, tanto en México como en América del Sur, como en Centroamérica. De hecho tengo por ahí una novela que escribí ubicada en la época de los mayas. Creo que lamentablemente es algo a lo que no acudimos, muchas veces por moda, o sea: están de moda los «highlanders». Entonces, hay que escribir sobre «highlanders», por ejemplo en el caso del género romántico; o si está de moda, por decirte algo, la poesía erótica, pues hay que escribir sobre eso.

Y no necesariamente es que tengas que saber todo sobre los mayas, por ejemplo, sino simple y sencillamente es un proceso de aprendizaje. Y la riqueza del escritor consiste en eso: en adentrarse en esos vericuetos de la historia para darte cuenta que a veces las cosas no son como tú las creías, y descubrir nuevos mundos, nuevas perspectivas, nuevas creencias, no sé, algo que es… No te lo puedo describir realmente, no te puedo describir la fascinación que es ir viendo cómo se va construyendo la historia, y cómo te va guiando la historia, y que si dejas y permites que tu alma se vaya expresando, va aflorando lo más auténtico.

***

Cae la tarde con esta última frase. Dejar que el alma se exprese para que aflore lo más auténtico; así la pasión y la fascinación por las letras y las historias. Nos levantamos de las sillas de madera pintada (ella en México, yo en Venezuela), saboreando aún el haber tenido una conversación exquisita.

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  1. ¡Muy buen artículo, Viktoria! Una muy interesante reflexión que invita a seguir reflexionando sobre la evolución humana. 👏👏