Alcohol y Literatura.

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«-¿Qué haces aquí? -preguntó al bebedor, a quien encontró instalado en silencio ante una 

colección de botellas vacías y una colección de botellas llenas.

-Bebo -respondió el bebedor, con aire lúgubre. 

-¿Por qué bebes? -le preguntó el principito. 

-Para olvidar -respondió el bebedor. 

-¿Para olvidar qué? -inquirió el principito, que ya lo compadecía. 

-Para olvidar que me da vergüenza -confesó el bebedor, bajando la cabeza. 

-¿Vergüenza de qué? -se informó el principito, que deseaba socorrerlo. 

-¡Vergüenza de beber! -concluyó el bebedor, encerrándose definitivamente en el silencio».

El Principito

-Antoine de Saint-Exúpery-

Parece haber una relación directa entre la intoxicación y la creación artística. Se bebe por muchas razones; incluso por razones contradictorias, y se crea por muchas razones, -también, a veces, contradictorias-. Lo cierto es que si quisiéramos hacer una lista de los grandes escritores abstemios sería una lista sumamente corta. Alguno habrá, (desde luego), pero no tan grandiosos o relevantes como la multitud de borrachos (en diferentes grados y con diferente relación con el alcohol) que puede encontrarse en los escritores consagrados y populares. Sólo puedo pensar, quizá, en Louis-Ferdinand Céline despotricando contra el alcoholismo francés, por ejemplo. Pero Céline odiaba casi todo, así que no cuenta mucho.

Otros abstemios relevantes quizá sean Borges y Lezama Lima, pero no lo tengo comprobado. Los abstemios siempre nos producen cierta desconfianza, -sobre todo los que hacen alarde de ello-. Imagina uno siempre que algo terrible esconden en su negro corazón y temen desinhibirse en medio de la borrachera. Y quizá esa sea la relación básica: un escritor, aunque sea tímido o huraño, en el fondo es un exhibicionista total. Le cuenta al mundo cómo ve la vida, el universo y todo lo demás. El alcohol le ayuda a desinhibirse, -incluso en soledad-, así que allí hay un primer impulso. El alcohol también altera la percepción y esto se puede aprovechar para crear, sin duda.

Y es que desde Li Bai (o Li Po) en el siglo octavo, que se consagró como el mayor poeta de la Dinastía Tang (con el título de «Poeta Inmortal») y que murió cuando, ebrio en su bote, intentó abrazar la luna, pasando por la adoración de “La Fée Verte”, (El Hada Verde, la absenta) por poetas malditos como Verlaine, Rimbaud, Baudelaire y compañía, atravesando el siglo XX con whisky, ginebra, vodka y cerveza, no hay prácticamente ningún escritor que no se haya entregado al exceso alcohólico.

La relación con el alcohol es desigual, ciertamente. Para algunos es una relación tormentosa y vergonzante; para otros sirve de anestésico para la batalla de vivir y crear. Bukowski (que tanto bebió y escribió) decía que cuando bebías, el mundo aún andaba por allí fuera, pero no te tenía agarrado del pescuezo. Algunos son grandes borrachos, pero sólo escriben cuando están sobrios. Otros tienen una relación sincera y apasionada con el licor. Recuerdo un amigo que me comentaba que tenía demasiadas ideas a cada momento y se le iban acumulando. Un par de botellas después podía hacer borrón y cuenta nueva sin culpa alguna. Las ideas que sobrevivieran a la oleada de licor eran las que valían la pena.

Algunos escritores dejaron de beber o redujeron el consumo alcohólico, como Raymond Chandler o Stephen King, y aún así siguieron produciendo excelentes obras (caso contrario al de Juan Rulfo, que luego de dejar, por órdenes médicas, el tequila, dejó de escribir por completo).

A algunos el alcohol reafirmaba su ego y se volvían pendencieros y agresivos, aprovechando eso para escribir de la forma en que lo hicieron (Faulkner, Hemingway); a otros el alcohol los ponía melancólicos y anestesiaba el dolor para ver todo con «cristales rosa» y una boba sonrisa de satisfacción y felicidad (Fitzgerald). Muchos preferían beber en fiestas, con mucha gente alrededor y siendo el centro de atención. Otros tantos preferían beber en soledad, con el licor despejando la mente y facilitando el libre tránsito de ideas. De Raymond Chandler, por ejemplo, se decía que le bastaban un par de whiskeys para escribir 5 páginas brillantes.

Hemingway: «Escribe borracho, edita sobrio»

No todos los que beben crean, pero gran parte de los que crean se acercan al alcohol como consuelo, soporte o escape. Hay géneros literarios (como la poesía romántica o la novela negra) que no existirían sin alcohol. 

Bebemos para aturdirnos, bebemos para ver de otra manera, bebemos para entender, bebemos para que pase algo. Seguimos bebiendo para asimilar, bebemos como recompensa, como castigo, como un paso lógico de la voluntad creadora.

Sólo queda levantar la copa, el vaso, la botella, saludar a los creadores que nos han nutrido, beber y disfrutar. Y terminar de escribir lo que pensamos del mundo.

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4 respuestas a «Alcohol y Literatura.»
  1. Avatar de JJ Chirife

    Me ha hecho meditar. Interesante conocer escritores abstemio y que lo decían con orgullo. No sé si es importante beber para deshibirse y crear, pero parece resultarle bien a algunos. En lo personal siempre escribo sin alcohol, aunque me gusta beber socialmente. Lindo artículo.

    1. Avatar de Literpo Editor

      Que bueno que te haya hecho reflexionar, esa es la idea. Muchas gracias por pasarte a leer. 😁

  2. Avatar de barrufet4

    ¡Genial! 👏👏

    1. Avatar de Literpo Editor

      ¡Gracias por leer! 😁

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