Para Elegir Literatura Erótica

Avatar de Stániel Lobatón Pérez

Por:

|

|

En

En muchos casos, y según quien lo aborde, parece muy difícil trazar la línea que separa la obra erótica de la pornográfica. Si nos atenemos a la etimología, el erotismo trata del amor sexual (romántico o no) y la pornografía es, literalmente «cuentos de prostitutas», pero esto es insuficiente hoy en día. Podríamos separarlas diciendo que el erotismo es sugerente y la pornografía explícita, pero obras explícitas han sido capaces de lograr un potencial erótico, hermoso; y obras que no muestran nada resultan insulsas o desagradables incluso. Yo pienso que la diferencia, aunque borrosa, se puede trazar. Lo erótico es sexo (explícito o sugerente) y «algo más». Lo pornográfico es lo básico más ramplón (que también, para muchos, es disfrutable, claro). Uno apela a los sentidos, el otro sólo a los genitales. Es placer contra mera gratificación. El erotismo puede mantenerte alerta y soñando durante días; la pornografía te adormece luego de la descarga de placer. Ambas son expresiones válidas, desde luego. Una para saborearla y otra para consumo rápido.
Desde siempre el arte se ha fijado en la expresión sexual como una manera de canalizar una diversidad de emociones y conceptos que le interesaba transmitir y, según cada cultura, los elementos «prohibidos» van cambiando el objeto y la intensidad. Al examinar obras del pasado nos parece risible que se escandalizaran de unas cosas y otras que veían con indiferencia nos escandalizan ahora (la corta edad de los protagonistas, por ejemplo).
Así que ¿qué podemos decir que establece una obra como erótica? Primero que nada, el texto erótico nos proporciona placer, -no sólo estético-, sino incluso afrodisíaco. En este tipo de obras es donde más se aplica la máxima (tan difícil de lograr a veces) de ‘muestra, no cuentes’. El texto erótico eficaz establece en pocas palabras un ambiente, una atmósfera, que nos prepara para involucrar los sentidos en la historia. El lenguaje nos mantiene atentos e involucrados, permitiendo incorporar la imaginación a la escena. Este es el ingrediente más importante, es lo que añade ese «algo más» a la pura descripción de un acto físico, permitiéndonos vivir vicariamente una experiencia. Y eso es algo que la buena obra erótica nos proporciona: una experiencia e ideas creciendo en la imaginación. Lo explícito suele arruinar -casi siempre- esta experiencia excluyendo la imaginación. Algunas veces incluso te saca de la escena.
Entre los géneros de literatura erótica, creo que los más eficaces suelen ser la poesía y el cuento o relato; a pesar de tantas novelas eróticas vendidas hoy en día, el ritmo mismo de la novela hace difícil mantener una atmósfera adecuada para una experiencia erótica. La novela hay que irla llenando de otras subtramas alejadas para volver a lo erótico cada tanto; y si no se tiene cuidado, resulta repetitivo. La poesía con hábiles pinceladas y el cuento con su ritmo interno sí pueden construir esa experiencia más eficazmente. Por supuesto, hay grandes novelas eróticas: tienen su truco para mantener el interés donde debe estar. Aunque sospecho que lo que hay son novelas sobre otras cosas con mucho erotismo en ellas.

Al principio, la mayoría de la ficción erótica era escrita por hombres y mayormente para ellos, con calidad diversa, al ir dotando al lenguaje de instinto (como dice Anaïs Nin refiriéndose a D.H. Lawrence). Muchas mujeres fueron interesándose en este tipo de obras, no sólo como lectoras, sino como creadoras, hasta el punto que la mayor parte de ficción erótica en los últimos años es escrita por mujeres (y aquí aprovecho de nombrar dos grandes referentes para mí: Anaïs Nin y Marguerite Duras). Las mejores te hacen sentir, te proporcionan una experiencia y, aunque narren lo que podría llamarse «perversión», el lenguaje y el ambiente te envuelve tanto que sencillamente lo aceptas. Las malas obras de ficción erótica te dan sólo la apariencia de una experiencia. Por ejemplo: mucha gente me ha dicho que 50 Sombras de Grey es una obra erótica. Cuando la leí, me sorprendió. Pero lo aburridas que resultaban las escenas sexuales (y cuando lo lees en inglés es más chocante, la autora sencillamente no sabe escribir. O sea: «Crepúsculo», a pesar de la historia absurda, estaba escrita por alguien que dominaba el lenguaje y sabía usar sus recursos literarios) No me había aburrido tanto una obra ‘erótica’ desde ‘La Venus de las Pieles’ o alguna de Restif de la Bretonne. Aún así hay que reconocer que despertó mayor interés en la ficción erótica y abrió el paso a buenas obras actuales.
Para concluir. La obra erótica es válida, centrada en lo puramente erótico o siendo lo erótico soporte para ideas, conceptos o emociones que el autor desea transmitir (libertad individual, hedonismo, preferencias eróticas, etc). El lenguaje es muy importante: debe mostrarte eficientemente sin contar demasiado y meterte en la escena; debe afectar tus sentidos y tu imaginación, activándote como un afrodisíaco; debe proporcionar además una experiencia y derivar placer de su lectura. La mera descripción de sexo no la hace erótica. Sade no es erótico, es grotesco muchas veces, por ejemplo. Henry Miller describe sexo y resulta o místico o absurdo (aún así vale la pena leerlos a ambos). La obra erótica (la buena ficción erótica) resuena en ti, en tus sentidos, da ideas creativas y gratifica.
Afortunadamente hay muchas buenas obras, clásicas, modernas y aún por escribirse.

Comparte este post:
También puedes leer:
2 respuestas a «Para Elegir Literatura Erótica»
  1. Avatar de JJ

    Interesante artículo. Hay una línea, que a veces, se hace fina entre erotismo y pornografía. Me gusta la explicación sobre la estética y el placer de los sentidos y otro más estético. Hay escenas eróticas de Sade, pero creo que él buscaba más generar controversia, llamar la atención. Me gustan más sus reflexiones sobre la moral y las costumbres que sus escenas eróticas. He leído solo fragmentos de obras de los otros escritores mencionados.
    Es un ensayo muy bueno, bien manejado el vocabulario y fundamentadas las convicciones.

    1. Avatar de Stániel Lobatón Pérez

      Gracias por tu comentario. Coincido con lo de Sade, me pasa similar también con Henry Miller. Sus reflexiones son más interesantes que sus escenas eróticas.

Queremos leerte:

Últimas Entradas
Últimos Comentarios